martes, octubre 23, 2007

La esperanza

¿Por qué le mientes sutil resoplo del mañana, por qué le dices al costado del oído que alguien vendrá a buscarla, por qué la animas descaradamente, por qué le brindas una luz, una esperanza vacía?


Eran las nueve de la noche, el cielo estaba mas gris que azul, mas gris que negro y las estrellas no podían ni siquiera imaginarse. El camino era de tierra, dura, reseca y las huellas de los camiones enseñaban de manera arbitraria el lugar correcto de paso. A la orilla, el pasto de unos diez centímetros de alto no dejaba ver el agua que reposaba al costado del camino. No era curioso que el camino se encontrara levantado y que a sus costados hubiera una cuneta por donde pasaba el agua. No era nada curioso, después de tantas lluvias en las tierras altas, que las cunetas, ahora en territorio bajo, estuvieran desbordadas. Era pleno Enero y por el lugar, habían pasado veinte días desde la última lluvia. Por el contrario en los altos, el agua parecía sobrar.

María avanzaba despacio, cautelosamente, por el camino. A lo lejos, a un costado lejos, a la derecha del camino, pudo percibir la silueta de un monte que asomaba, tenebroso por entre la noche. En el medio, una luz muy pobre, casi extinta, llamaba la atención sin quererlo.

María sintió un fuerte ruido y un golpe en el motor del auto. Frenó sobresaltada y sintiendo miedo, aunque luego se dirá que fue su instinto, su actuar reflejo, y sin bajarse, se quedó pensativa, mirando el volante, asombrada, contemplando las posibilidades. No entendía lo que había sucedido. Se preguntaba si habría chocado contra algo, un animalito quizás, de esos que se cruzan de tanto en tanto por el camino o si habría roto el motor o si habría pinchado alguna goma. Un momento mas tarde, sin saber cuanto tiempo había transcurrido desde el golpe, María reaccionó. Abrió la guantera buscando la linterna de bolsillo pero ésta, se dio cuenta, no tenía pilas. Casi al mismo tiempo recordó que en el baúl había guardado la otra. Intentó encender el auto pero no hubo caso, no respondía. Había muerto.

Hacía mas de cinco horas que había partido de Mirasoles y hacía poco mas de tres que no avistaba a nadie. La única pista de posible ayuda era, a lo lejos, una tenue luz, casi un punto blanco titubeante en el medio del monte tenebroso. Era difícil calcular la distancia por la noche pero le pareció que no estaba a mas de dos kilómetros. Intentaré resolver esto sola y si no hay caso caminaré los dos kilómetros para buscar ayuda, pensó dudando de su decisión en todo momento, incluso cuando ya la había tomado.

Miró alrededor, quiso dejar las luces del auto encendidas para no quedar a oscuras en el medio de la nada pero no había caso. Bajó. Al abrir la puerta, al mismo tiempo que se incorporaba, deslizó su mano derecha hacia el techo del auto. Luego dio media vuelta y cambió de mano. Caminó hasta la parte trasera sin despegar la mano izquierda del techo, arrastrándola, llevándose en la palma de la mano la tierra áspera de cinco horas de viaje y algunos días más. Al llegar al baúl nuevamente miró alrededor asegurándose de estar sola en el camino. Apenas podía ver. Abrió el baúl y encontró, a simple vista, la llave cruz. Se desilusionó por no haber pinchado una cubierta. Ella sabía cambiar cubiertas de noche: había aprendido. Al costado de la llave cruz, en un estuche negro, estaba la linterna grande, negra, aguardándola. Se alegró de haberla subido al auto al salir de Mirasoles: se sentía orgullosa. Tomó la linterna y cerró el baúl. Al encenderla, la linterna emitió un pequeño destello de luz acompañado de una explosión menos importante. Había fallado. Lo mas probable era que el foco que traía se hubiera quemado pero María no pensó tanto. En el medio del camino desierto, a oscuras, no encontraría repuesto y la otra linterna era demasiado pequeña para armar una entre las dos. María miró nuevamente sobre su hombro, esta vez, de otra manera. Observó cautelosamente, de manera detallada, todo lo que había a su alrededor. No encontró nada que la hiciera temer, pero algo, algo, un sentimiento extraño se apoderó de su piel, de su lado derecho del cuello bajo la oreja, algo, algo la volvió vulnerable. María, sin bajar jamás la guardia se sintió, por primera vez en su vida, completamente sola: a lo lejos, la pequeña lucecita del monte se había apagado.

F.L.B. (29/9/07)

12 comentarios:

Germán A. Serain dijo...

"Cagamos, dijo Ramos", pensó entonces para sus adentros María...

Pero decime una cosa (digo yo, ahora): ¿A vos te parece justo dejarnos así con el entripado de qué sucede a continuación?

:-)

Ahora en serio: ¿Viste que el noventa por ciento de las veces las peores cosas, los peores supuestos, residen sólo en nuestra imaginación? Lo curioso, según comentaba un psiquiatra en un simposio al que asistí hace algunas semanas, es que el sistema nervioso reacciona ante estos supuestos, más que frente a las realidades. Lo que nos mata es la expectativa de lo malo que está a punto de suceder, aunque no suceda, más que lo malo en sí mismo. Si hasta nos sentimos aliviados cuando la mala noticia finalmente llega, cancelando la tortura de la espera...

La imaginación genera estrés, desequilibrio, y muchas veces determina respuestas equivocadas y peligrosas. Podés enfermarte, por ejemplo, y de hecho hasta morirte de un infarto, esperando que suceda eso terrible que tal vez no iba a suceder.

Pero claro, es que además siempre está ese diez por ciento restante, ¿no? Si no, preguntémosle a María, mientras todavía pueda respondernos.

Germán A. Serain dijo...

"Buenas noches, María", comenzó a decir Francisco.

"Yo quería preguntarte..."

No pudo terminar la frase. María, acosada por el miedo, con la tapa del baúl del auto inservible al costado de la ruta, en medio de la oscuridad, sólo atinó a aferrarse a la llave cruz, que no iba a servirle para cambiar ninguna rueda esa noche, y soltó un golpe ciego hacia sus espaldas, hacia el lugar en que la voz había delatado la presencia del extraño, inevitablemente amenazador, vistas las circunstancias del caso.

No hubo tiempo para explicar nada. Francisco quedó tendido en medio de la oscuridad, cada vez más cerrada. Y María, al fin y al cabo apenas un producto de la imaginación de su autor, se desvaneció de inmediato, junto con el resto de conciencia que a él todavía le quedaba.

Francisco Lanús Büll dijo...

Tu primer conemtario me hizo acordar a una pelicula llamada "minority report". En ella unos seres bastantes dificiles de explicar acá podían visualizar cualquier asesinato futuro, permitiendo a la policía actuar en consecuencia para impédir ese asesinato. El tema era si se podía encarcelar a alguien antes de cometer el asesinato, antes de generar el acto en sí. Bueno, me acordé de eso cuando leí lo del infarto: la mente es tan traicionera a veces que podemos morir como vos bien dijiste sin llegar a saber que era lo que iba a pasar, sólo por el hecho de generar nosotros mismos ese "futuro posible" pero núnca verdadero. Es verosimil para la mente en ese momento y verosimil para el cuerpo que actúa (o deja de actuar en este caso) en consecuencia, pero nada verdadero en cuando a "realidad" si es que se puede hablar de algo llamado realidad.

Tu segundo comentario fue mas que nada un destello caprichoso y gratificante, un futuro posible que una mente ha imaginado. Si bien esto no es "Elije tu propia aventura", puede llegar a serlo.
Me gusta la idea, me parece un buen desafío poder pensar finales posibles. Voy a postear mañana el mío, y mientras, esperaré el de algún otro con la bola de cristal que pueda iluminar esta situación de la pobre María un poco más.
Ahora, lo que quiero saber es esto ¿Qué es lo que le iba a preguntar Francisco? La intriga, en tu caso Germán, se genera en el principio y creo, me va a dejar pensando por un rato...

Increíble deducir que escribir eso te llevó tan solo 10 min. Increíble cuando als palabras nos salen así de simple, de facil, casi como si ya estuvieran ahí, esperando el moemnto...

No hay anda que hacerle...somos de trazo largo. Buenas Noches.

Germán A. Serain dijo...

Bueno, ante todo perdón por haberte involucrado en ese posible final, en el cual...

Como sea, que al fin y al cabo vos sos el padre de la criatura.

¿Qué iba a preguntarle Francisco a María? Pues presumo que algo acerca de lo señalado más arriba: qué es lo que sucede en ese diez por ciento de las cosas malas que pueden ocurrir, siendo que el noventa por ciento lo hemos reservado a meras imaginerías.

Francisco Lanús Büll dijo...

Quizás (ahora que releo) sonó mal lo que escribí: no me molestó para nada aparecer en el texto, es mas, cuando leí esa parte sentí como un descentramiento. mM vi a mi mismo ahi, dentro de la historia, formando parte de todo. Percibí mi presencia pero desde afuera: es un buen desafío proponer al autor como personaje; por mi parte en este texto núnca se me había cruzado. Ahora lo veo como una buena posibilidad.

María se estremece en la noche aguardando algo más que la nada. Se siente ajena a ese lugar desconocido, oscuro, frío. María siente, de pronto, una suerte de alegría: una sutil cosquilla que le sube por las piernas hasta la cintura, un temblor cálido que la reconforta por un instante: el peligro, a veces, nos atrae sin fundamentos. María se quita los zapatos, despacio, atenta a su entorno, escuchando, mirando, percibiendo. Necesita formar parte de esa situación. Necesita, mas que nada, reconocerse en el medio de la amplia noche, reencontrarse consigo misma. La noche, ocaso de lo constante. Siente, ahora, la tierra en la planta del pie, la amargura de la tierra entre los dedos, los pinchazos de los cascotes como agujas al caminar. María se aleja de su auto, se aleja, camina. La brisa la despeina y la acaricia, la contiene. Ya pasó todo. Camina en busca de la luz, de cualquier luz, da lo mismo, mientras se acuerda de Francisco.

manulandia dijo...

Coincido con Germán o mejor dicho con aquel especialista: la imaginación nos puede llevar a lugares inimaginables ;)

manulandia dijo...

- "¡Sal de ahí!" gritó ella y continuó diciendo, "no me mires, no me toques... " y mientras decía esto movía sus manos de un lado a otro y se alejaba de allí.
"No me hables!... no me tortures más!"...
La luz que se había desvanecido, ahora resurge con fuerza... era un auto ya viejo, al que sólo le funcionaba uno de sus faros...
"necesita ayuda?" preguntará el viejo granjero..
"Sí" dirá ella... "sáqueme de este infierno"...

Francisco Lanús Büll dijo...

Bueno manu, ante todo te cuento que recibo casi diariamente tu correspondencia, cuando puedo contesto rápido, cuando no, bueno, te pido paciencia, je.
Que bueno que acercaste tu final: me gustó lo del "infierno", fué un buen resumen de lo que estaría sintiendo maría.
Acabo de postear algo en Bitacora Mundi (El valor de un fragmento) que tiene que ver con los cuentos cortos, con la justeza y el famoso "¿Cuándo (o dónde) poner ese punto final?". Me acordaba de "La esperanza" mientras posteaba y del primer comentario que recibí de Germán (ver primer comment de Germán) dónde me dijo algo así como "¿A vos te parece justo dejarnos así con el entripado de qué sucede a continuación?". Acto siguiente comenzamos a darle al texto finales alternativos, o mejor dicho, algún final en sí.
Cuando escribí en BM hablé específicamente de esto: encontrar el lugar justo dónde terminar un texto, no sólo para que hable por sí mismo sinó también para que cada lector lo haga hablar a través suyo (presentando estos finales posíbles por ejemplo).

manulandia dijo...

Soy pro a hacer partícipe al "lector"...

Mi última entrada, tiene que ver con esto que estamos hablando...

Slds!

pd: por qué esperanza? esperanza de que no vuelvan esos fantasmas?

manulandia dijo...

Soy pro a hacer partícipe al "lector"...

Mi última entrada, tiene que ver con esto que estamos hablando...

Slds!

pd: por qué esperanza? esperanza de que no vuelvan esos fantasmas?

Francisco Lanús Büll dijo...

Me pareció que la luz esa en el montecito podría simbolizar una esperanza: de econtrar ayuda, de una salida a su problema, de no estr sola en el mundo, etc...
Son cosas que a uno se le ocurren mientras escribe...
Por mi parte los títulos son lo último que paso al papel

manulandia dijo...

ah...

como los faros...

Slds!