El parque es verde y basto. Uno de los pocos espacios que hay entre los muchos barrios de Buenos Aires. La laguna, no tan profunda, es casi el centro de la cosa: un oasis rodeado por cemento.
Un chico, sentado a mi lado, se para y camina. Cada paso es una duda.
Solo se escuchan pájaros, patos, parejas y gansos. Algunos toman cerveza. La cuidad contempla, allá a lo lejos, alrededor.
Un pato chico corre a un ganso más grande. El ganso se aleja tras el ataque. No lo entiendo.
En el medio de la laguna hay, solitaria, una isla. Tiene arbolitos por el momento y una montaña de rocas gastadas de un tamaño considerable. Me pregunto cómo cortarán el pasto. No lo hacen.
Al final, detrás de todo medio escondida, una calesita se marea. Yo me canso por momentos de ver gente de la mano.
Cuanta monotonía hay en este cuadro qué, sin embargo, apuesta a la inspiración.
Mate, cigarrillos, charlas: una convención social.
Es un jueves de invierno y las 7 de la tarde es, en Parque Centenario, la hora bisagra.
6/09/07
Un chico de cuatro, de la mano de su padre dice pato pato pato pato, mientras los gansos, a menos de un metro, no se dan por aludidos.
Pato pato pato.
Es un lugar perfecto para leer y chupar algo de frío.
El árbol de unos 15 años sostiene a sus pies una pareja de enamorados de la misma edad.
Otro nene, con su madre y su abuela dice bauau bauau, pero los gansos hoy no hacen caso ni contestan. Hoy son más gansos que nunca.
Una pareja de abrasados saca fotos. Los gansos posan.
Me enerva el raspar de los zapatos en el cemento. Me enervan las pocas ganas de todo.
13/09/07
El parque permanece vacío: es otra cosa. Es eso que es cuando nadie está mirando. El parque hoy, con la lluvia y los gansos, con las hojas secas mojadas pisadas en el piso amontonadas, es lo otro, lo que no sabemos. Hoy, sin nadie que lo mire, es por sí mismo.
Lo fácil, lo mas fácil, es no verlo.
20/09/07
Allá, enfrente, cruzando la laguna entera de lado a lado, ocho pibes con remeras de futbol practican capoeira.
El agua parece un colchón, una capa firme de algo, como si se pudiera caminar por encima. Cuando algún rayo de sol la impacta y se refleja, pueden verse las ondas, el movimiento constante, el ir hacia algún lado indefinido.
Un nene de 2 quiere ir al pasto. La mamá no. La mamá lo guía. El nene quiere ir al pasto. La mamá lo guía para otro lado. La mamá se lo lleva. El nene no llora pero realmente quería ir al pasto.
La luz con el sol se esconde de a poco, viaja quizás hacia mismo lugar donde va el agua, ilusoriamente, encerrada en la laguna, en algún lugar del universo.
Una madre le dice a su hijo algo en alemán, dos chinas me pasan de lado hablando en chino y dos argentinas, bajo una estatua que no se entiende, hablan un castellano raro. Tienen pelo naranja, negro y amarillo. Pelo lacio, flequillo ralo hasta las cejas adelante; atrás corto hasta el cuello. Sacan fotos y se ríen bien.
Una pareja de sesenta y ocho en un banco a mi lado habla cosas de parejas de sesenta y ocho. Detrás de las rejas, junto a dos paseadores, los perros juegan y hasta se divierten.
Le pido fuego a un joven de veintipico, simple. Me contesta “ellas”. Sus tres compañeras fuman pero nadie quiere moverse. No se cuanto tiempo pasa pero es bastante. Luego una busca un encendedor amarillo y sin mirarme, me lo pasa. Le digo gracias aunque no quiero y me alejo. Ella no contesta.
Los pájaros parecen tímidos. La calle, raro, se escucha desde donde estoy sentado. Mañana es el día de la primavera y no parece. Luego pienso que no está mal que así sea.
Hoy, en el parque, me aburro.
Me voy.
2 comentarios:
me encantan tus crónicas de viaje. pero no sabía como comentar ahi...
un saludo
Grax Bartolo. Ya entré a tu blog. me gustan mucho tus textos. También los de Perso.
Pregunta: ¿Depresión?
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